noviembre 28, 2010



Prosternación
Karina Bocanegra Salcedo
44 páginas



LA NO PROSTERNACIÓN DE NATHANIEL KING


Si partimos del título podemos afirmar que no se trata de una “prosternación” del modo ritual, que denota sumisión de la criatura ante Dios. La situación es diferente. Sobre la base de lo leído en el texto de Karina Bocanegra, podemos inferir que su protagonista, Nathaniel King, siente que es su entorno familiar y la sociedad en general, quienes buscan tenerla en una postura de sometimiento, pero ella es un ser rebelde, disconforme, que cuestiona todo lo establecido. El relato se centra en la configuración del complejo perfil psicológico de la protagonista para comprender al final un sugerido desenlace trágico en la vida de la misma. El texto está dividido en tres segmentos bien definidos. En el primero nos hallamos ante un narrador testigo, a quien no se logra identificar, que en líneas generales nos revela algunos rasgos de la protagonista. Estamos ante una adolescente lúcida, perspicaz y solitaria que ha seguido tratamiento psiquiátrico a causa de la depresión. Ella siente repugnancia por la sociedad y por ende infringe sus normas. Nathaniel sostiene una relación homosexual con una compañera de su instituto con quien, además, comparte la seducción por el suicidio. En el segundo segmento nos hallamos ante la voz de cinco narradores quienes confirman lo señalado en el primer segmento. El testimonio de sus padres, de una compañera de clase, de un antiguo pretendiente y la de Darketa, su pareja sentimental, brindan mayores detalles acerca de la protagonista. En el segmento final, el lector accede al diario íntimo de Nathaniel King y de esta manera el círculo se cierra, pues descubrimos las causas o pulsiones que orientaban el comportamiento de la joven. Si tomamos en cuenta los datos aparecidos a lo largo del texto podemos asociar el comportamiento de Nathaniel con el campo de los complejos psicológicos. Su desprecio y repugnancia hacia las personas a quienes considera “inferiores y patéticos” tiene su base en un profundo sentimiento de inferioridad propiciado por un rechazo frecuente a lo largo de su vida, por parte tanto de sus seres más caros como por la sociedad. En su diario, Nathaniel escribe: “Leí alguna vez que nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento, pero en mi caso esta oración resulta inútil”. Ante esta situación, ella se construye una coraza para mantenerse a salvo de los demás. Estamos en realidad ante una víctima que se siente distinta, pero que busca ser reconocida y aceptada. No obstante, ante el rechazo frecuente busca una salida drástica no sólo para huir, sino para gritar también a los demás su valentía y trascendencia. Se habla del complejo de Empédocles para referirse al caso de aquellas personas que sienten compulsión por el suicidio y así realzar el propio equilibrio autoestimativo quebrantado, todo esto con el fin de aparecer como un héroe ante sí y ante los demás. A este caso se acerca el perfil de la protagonista. Como se puede percibir, Karina Bocanegra ha configurado en su relato un personaje seductor e inquietante con una prosa ágil, detallista y con ciertos arrebatos lúdicos, pero que, por otro lado, carece de versatilidad, además muestra ciertos deslices gramaticales y de estilo. Sin embargo, la presencia imponente de su protagonista contrarresta estos reparos. Finalmente podemos acotar que este tipo de personaje o sujeto homoerótico que hallamos en este relato es bastante novedoso en la narrativa peruana. Además, la protagonista de Prosternación nos recuerda conmovedoramente a ese grupo de poetas suicidas como Anne Sixton, Alfonsina Storni o Sillvia Plath marcadas por las perturbaciones y la muerte.

En líneas generales nos hallamos ante una historia que nos seduce por la intensidad emocional de su protagonista y su estructura singular. Estos dos rasgos son suficientes para dar cuenta del talento de una novel escritora de quien esperamos noticias mayores muy pronto.


Fernando Carrasco



Voces de Acunta
Videlmo Núñez Tarrillo
124 páginas


"En esta antología confluyen las voces de más de cuarenta autores, entre poetas y narradores nacidos en una de las provincias más importantes de Cajamarca: Chota. Voces que exaltan cada suceso cotidiano, cada vivencia, cada gesto, cada respiro. Voces que en ocasiones se tornan riachuelos, relámpagos. Voces que así mismo no dejan de lado esa parte íntima y solitaria. Esta son las Voces de Acunta"



Sombras en el horizonte
Kessler Gálvez
50 páginas

"Escribir para acercarse al corazón de un ser omnipotente, divino. Y es que la incertidumbre sólo deja indivisibles momentos, sombras en medio del desierto. Mas la poesía surge como una oración, como un incienso para ser encendido a través del amor que apenas flamea su llama silenciosa"

junio 08, 2010


Ocarina
Manuel Bustamante
28 páginas


FERVIENTE MÚSICA DE UNA “OCARINA”,
POEMARIO DE UN JOVEN LAMBAYECANO



La poesía de núbiles bardos suele ser aburrida, llena de metáforas cursis inspiradas en musas de labios carmesí y cabellos ensortijados. O bien tienen los acnés indeseados de las fallas gramaticales, sintácticas y semánticas (propios de los púberes cuando descubren su hombría); o bien escasean de coherencia lingüística –no basta leerse un par de libros sobre la correcta escritura o algún manual de redacción para universitarios *– la cual empobrece el debut del poeta representante de la llamada generación del 2000 (“Nueva Literatura Peruana”).

Manuel Bustamante (Lambayeque, 1988), es parte de esa generación boyante, acaba de publicar su primer libro “Ocarina” (Prometeo Desencadenado, 2010); y también es núbil. No se podría clasificar igualmente su poesía, que está embargada de versos maduros, bajo la influencia de Alfredo Quíspez Asín, quien lo guía a través de su aventura literaria en los resquicios del arte poética.

Tan sólo 24 páginas nos zambullen en el mundo idílico, rabioso por momentos, existencialista y febril de Bustamante, quien no duda en gemir sus desasosiegos más ardorosos: “Tú, / que haces que me traicione al pie de mis intenciones, / que me haces palidecer / sin que te importe, / que me robas unos cuantos rasgos / y me nombras sin estar allí.”

Este grito de impotencia y animosidad refleja el alma inconforme del poeta, que a sus cortos años ya vislumbra el derrotero torturante por donde han de llevarlo los versos: “He querido despertar / y encontrarme lleno de palabras suficientes, / palabras que me sirvan de refugio / o que me ahoguen en esta desidia / y me muden a otra vida.”

Esa fascinación por hallar la palabra exacta, palabras precisas que se ajusten a su imaginario estético, idealista, mórbido, evidencian una pasión verosímil y tempranamente austera. Le grita a la poesía, a esa dama subjetiva cuya fealdad compite con la luna, el pretender hacerlo arder bajo su sombra mientras abre el tiempo y destroza los espejos: “…sembrarte en este rincón, / dulce y exquisito / sin importarte caer. / Pretendes ser un poco de vida en mi vida, / un poco de esperanza en mi desesperación, / deslizarte en el matiz de las horas en que deambulo.

Más adelante es a Sylvia Plath a quién destila sus versos, cargados de erotismo simbólico y sufrimiento solapado: “Abre mi cuerpo. / Ramifícame. / Sucédeme. / Ilumíname / en el perfil de esta oscuridad / de escarcha y piedras preciosas. / Déjate aquí, / si te abro las puertas, / y dejemos a las palabras ahogarse en su propia sangre.”

Ya no es esa masculinidad turbia la que describe el acto sexual, más bien una inusitada feminidad que pide ser abierta en la oscuridad.

El poema que delata una irrevocable influencia de Moro se encuentra en la página 16: “A la desesperación / A la venganza de los placeres más exquisitos / Al viento ebrio que golpea y susurra su esencia / Al tiempo y su interior desesperado que subyuga los momentos / A los sirvientes movimientos, a su imperio / A la razón más inaudita y rebelde / Al habla del dolor intenso y persistente del regocijo…”. Este himno es un tributo directo al Prestigio del Amor.

Hay en estas líneas evidente sensibilidad frente a elementos rústicos que conforman la realidad; gritos sordos, lejanos, como silenciados por el propio rapsoda quien no duda en desplomarse antes de empuñar la espada: “…A la esperanza destruida y sola –totalmente loca-[…] A las palabras más aterradoras y asesinadas.”

Deshecha la envidia por ser corrupta y al discurso oral por estar “embrujado”. Se vislumbra una visión fatalista de la existencia que rechaza lo ordinario y lo vuelve zafio e indigno.

Casi al final del libro denuncia a la poiesis por ser causa y efecto de su infortunio, propio del rapsoda que solfea a sabiendas de que ese canto, la voz con que lo profiere y la rima misma son causantes de su desgracia; al mismo tiempo lucha contra ella, se declara un gladiador de las horas corrosivas y amargos minutos: “Voy a dejar que luzca desastrosa, / que no cale tanto. / Que no me despeine en la madrugada / entre el sueño en que aparece. / Que no me abandone / entre aquellos trastos de tristeza, / en horas corrosivas / de desconsiderados y amargos minutos. / Voy a dejar que deje de tocar mi puerta / Voy a conminar sus llamas con mi resplandor.”

El mejor poema del libro, sin duda el más contundente, sentido, real, libre y sin miramientos de Bustamante, que ya se erige como una figura sorpresa de las letras lambayecanas.
                                         
                                                     Karina Bocanegra Salcedo
Trujillo, junio de 2010

* Ya lo decía Violeta Barrientos, conocida teórica y poeta limeña: “Hoy en día se escribe poesía sin haber estudiado la tradición literaria” (Fuente: http://lacasadelabelladurmiente.blogspot.com)